Jerusalén

Para entrar en la ciudad de Jerusalén hay que pasar por un check point, puesto de militares armados hasta los dientes.

Justo antes de llegar, se encuentra un altísimo muro con una entrada en la que en uno de sus lados hay una enorme puerta de hierro abierta hacia un lado, preparada por si en algún momento tuvieran que cerrar la fortaleza q tienen montada.

Tomamos un autobús de Belén a Jerusalén y al llegar a ese punto nos han hecho bajar para mostrar a los soldados el pasaporte y ver nuestra nacionalidad.

Y es que no es lo mismo ser árabe que europeo, a la hora de acceder a diferentes lugares.

Al llegar al centro de Jerusalén en seguida se ve la Cúpula de la Roca, supuesto lugar desde el que empezó el mundo, sitio sagrado y muy importante para las 3 religiones: cristiana, musulmana y judía.

Caminamos y pudimos ver a los 2 minutos la puerta de Damasco, siendo la entrada más monumental y transitada de la Ciudad Vieja de Jerusalén, construida por los otomanos, pero con raíces romanas y un importante acceso a los barrios Musulmán y Cristiano.

Decidimos entrar por otra de las puertas, que hay en uno de los laterales de la antigua ciudad amurallada, para terminar mejor la ruta por la puerta de Damasco.

Al entrar, en seguida se ve la presencia de muchas cámaras de vigilancia en toda la ciudad. También encuentras militares y check points cada pocos metros.

La ciudad es una maravilla arquitectónica, llena de historia, de misticismo, de energías de todo tipo, de contrastes… 

Es como adentrarte en el pasado, las casas, iglesias, mezquitas, sus calles, puertas, estrechos caminos, las calzadas, incluso la gente que te encuentras hace que te sientas parte de una película.

Por otro lado choca que un entorno tan histórico se junte con las últimas tecnologías en armamento que ves del ejercito israelí. Llama la atención como la mayoría de soldados son niños que no llegan a los 20 años.

Para acceder a diferentes partes de la ciudad antigua de Jerusalén hay que pasar por diferentes check points que nosotros accedimos sin problemas tras el “protocolo” oportuno. Pero imposibles para algunos palestinos que ni siquiera pueden visitar sus mezquitas.

Durante nuestra visita pudimos ver lugares como la casa donde nació la virgen María, el lugar donde Jesucristo hizo el milagro de recuperar a un paralítico “Lazaro levántate y anda, que te han robado el coche panda”, la prisión donde estuvo cristo antes de ser crucificado y la iglesia del Santo Sepulcro donde lavaron a Jesucristo y después le enterraron… y ya sabéis, al tercer día resucitó.

En este último sitio, es en el que hemos visto mas movimiento de turistas porque apenas se ve gente de fuera.

Segun entras por su puerta te encuentras con una enorme lápida de piedra donde supuestamente lavaron a Jesucristo, y es donde ves a muchos seguidores del mismo arrodillados rezando, besando, todo tipo de cultos al señor… de frente hay un enorme mural mostrando sus últimos momentos antes de la “resurrección “.

Continuando el paseo por la iglesia, encontramos una especie de habitáculo en el que ves a la gente haciendo cola para ver el lugar donde enterraron a Jesucristo. Y… a los 3 días resucitó.

Aquí se puede ver una lápida de piedra rodeada de todo tipo de adornos religiosos que no te dejan fotografiar.

El resto de la iglesia, dejando aparte los motivos religiosos, destaca por su riqueza arquitectónica, cultural, lienzos, lámparas, una increíble cúpula, etc. muy recomendable visitar por todo su valor.

Tras esta visita fuimos al pequeño muro de las lamentaciones y tras pasar otro check point solo para “occidentales” llegamos al muro de las lamentaciones. Sin duda lamentable.

Aquí puedes ver todo tipo de judíos rezando mirando a un muro en el que meten papeles con oraciones en los huecos que encuentran. 

En este lugar se le reserva una sexta parte del muro a las mujeres para que hagan lo mismo separándolas de los hombres por un pequeño muro.

Todo un espectáculo de culto que no deja indiferente a nadie que lo vea.

Tras esto dejamos Jerusalén para preparar nuestro próximo viaje a  la complicada Hebron.

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